sábado, 30 de agosto de 2008

LA LEYENDA DEL SOL Y LA NOCHE, por Leibi Ng

Por Leibi Ng

Hacía ya muchos años que el Sol besaba a la Montaña.
Con su resplandor la acariciaba de la cúspide a la falda.
Marrón, amarilla o negra en sus extensas laderas, ella siempre dabahijos verdes: ornamentales o de suaves frutos.
El Sol enamorado le trajo un día a Arco iris
y abrillantó el espacio infinito de azul.
Con jirones de nubes hizo un collar muy blanco
que ella movió coqueta alrededor de su garganta de piedra.
Claro y diáfano, duraba el Día para siempre.

En cierta ocasión, Sol se vió obligado a separarse de Montaña.
Fue cuando descubrió en un acantilado, una caverna cubierta de espesa vegetación.

Helechos gigantes, hiedras y enredaderas formaban una tupida puerta que ni el más valiente rayo podría traspasar.

Sol se puso frío de preocupación.

Él que era el centro del universo, no podía permitir que una simple cueva escapara de su luz.

Radiante, esplendoroso, reunió toda la energía de su potente luz.

Primero envió Rayos Tibios de la Alborada.

Ágilmente lucharon contra Rocío y Escarcha hasta evaporarlos en un débil rastro de humo gris.

La cuevapermaneció cerrada y sin luz.

Después llegaron raudos Rayos de Media Mañana. Lucharon con todo su calor,
pero no pudieron pasar de las enredaderas.

Finalmente descendieron Rayos de Pleno Mediodía.

Ardientes, verticales; quemaron piedras y marchitaron hiedras,
pero la cueva se mantuvo cerrada y sin luz.

suelta y juguetona dio muchísimas vueltas antes de regresar a su mullida casa de algodón.

Por horas, Viento y Lluvia azotaron a Montaña.
Quebraron cedros,robles, ébanos y caobos,
sin contar limoncillos, aguacates y un manaclar sin dueño.

Los pinos destrozados cubrieron grandes zonas,
pero la cuevapermaneció cerrada y sin luz.

Cuando Viento y Lluvia se marcharon vencidos,
hilos de plata descendieron incontenibles:

Montaña lloraba sus árboles caídos.

Tras el susurro de riachuelos, una mujer de sombras,
con piel hechade sueños y transparentes pies,
con larga cabelleza a modo de mantón sobre el cuerpo desnudo,
salió de la caverna.

Un grito agudo, como de ave triunfante salió de su garganta.
Calor, Lluvia y Viento había vencido,
¿dónde estaba ese Sol arrogante?

Sol regresó en ese mismo instante.
Clavó en la extraña sus pupilas de fuego.

Sin poder soportarlo, ella corrió a ocultarse,
pero sus pies de agua se le voltearon presos de las raíces brotadas.

Un grito de dolor se escuchó en el silencio y Viento lo bautizó "jupido".

Ella cubrió sus pies distintos con la melena descomunal.
Perdida elevó altiva su mirada de orgullo.
Desafiante clavó en el astro sus pupilas de abismo.

Valiente, Sol enfrentó aquella ira por él desconocida,
pero lanzas de hielo penetraron su cuerpo candente;
enigmas y misterios, preguntas sin respuestas le hirieron
brutalmente el cuerpo hecho de luz.

Fue en ese momento que escaparon unidos los colores del mundo
azul, rojo, amarillo...
dejaron el espacio a uno solo más fuerte que creció incontenible amenazando a Sol.

Entonces Montaña se removió temblando desde la tierra llana, retorciendo su cumbre.
Todos los hijos verdes se estremecieron juntos y desencadenaron un poderoso alud.

Entre lluvia de piedras y sacrificio de árboles
Sol se recuperó.

Cegada para siempre, Ciguapa tambaleaba.
Sus pies volteados negáronle equilibrio.

Y ahora que no podía darle a nadie la espalda,
si entraba o si salía del refugio de piedra fue de vida o de muerte...

Cayó precipitada y su larga melena brillante de betún
iba cubriendo todo con su oscuro misterio:
los árboles, las peñas, los ríos y sus orillas,
bohíos y corrales, valles, pueblos y riscos...

La Noche había nacido para oponerse al Sol.

Desde entonces, la claridad termina después de doce horas de cálido esplendor.
El Sol besa a la Montaña. La rodea de Arco iris, de un infinito azul,
después se va prudente dando paso a esta Noche que oscura y silenciosa hace brillar estrellas
en su enorme melena de apagado carbón.

Cuentan, yo no lo he visto, que a veces, en luna llena, Montaña se apiada de Noche Serena.
La deja entrar con la tristeza prendida en su melena...
dicen que va derecho hasta el charco de plata que hay en su antigua cueva
y con polvo de estrellas se lava sus dos pies.

©Leibi Ng
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