¡Jamás hubo un dolor como el de
las ciguapas!
No hubo un amor ni un beso bajo sus cabelleras.
Ni calumnia, ni infamia, ni mentira o blasfemia,
ni más cruel calabozo que mitos y leyendas.
Fue tanto su martirio que invirtieron sus pasos
para huir de la historia, de grilletes, de histerias.
Para escapar de fábulas se vistieron de diosas,
de hojarasca, de aves y de sombras que asoman.
Nadie supo sus nombres.
Nadie supo sus penas.
Se ocultaron en cuentos
de caminos y sendas.
Sus pasos sigilosos no habitan en los libros.
No hubo tumba ni fosa para sus pies andantes,
ni siquiera un artista que plasmara sus huellas.
Imagen de la imagen en la cruz y en la espada
las ciguapas se hundieron para siempre en las charcas.
Desde el fondo del agua su dolor se confunde
en un simple espejismo que diluye sus almas.
La ciguapa es la hembra que no está en nuestra historia.
Al caminar se aleja de su propia
mirada.
La ciguapa es la sombra que despierta dormida
ajena de sí misma, siempre
triste y callada.
Ni tan sólo una huella,
ni tan solo una lápida.
Ningún nombre o recuerdo;
al caminar, se aleja de su propia mirada.
La ciguapa es la sombra que despierta dormida.
¡Jamás hubo un dolor como el de la ciguapa!
Luis Carvajal
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