domingo, 29 de abril de 2018

Los extraños ruidos del monte (de la Revista Billiken de Argentina /no sé año, parece edición especial tema miedo)

Estos fantasmas son argentinos
Los extraños ruidos del monte


En nuestro país no hay castillo con fantasmas encadenados, ni bosques con lobro, como se estilaba en las épocas de Caperucita Roja. Pero hay un lugar encantado. Más que encantado, encantador, porque uno termina inventando lo que no existe. Este lugar es el monte. Y tenemos también una hora encantada —mucho más encantada que las doce de la noche—: la siesta. Para los chicos del Litoral, Corrientes, Misiones y la zona chaqueña, no hay cosa más hermosa que la siesta en el monte. Allí uno puede salir a explorar con enorme emoción sintiendo con todo el cuerpo las sorpresas que provocan la tierra, el agua, los animales y las plantas. Con los tejidos enredados que forman las ramas, se ovillan también las leyendas y las creencias del monte.
Que Fulano dice que vieron. Que Mengano dice que dijeron que vieron. Claro, ¿Cómo explicar cada ruidito del monte?
¿Y el olor y la luz y la sombra? Uno termina por oler el piar de los pájaros y por escuchar el perfume celeste y lila de jazmín paraguayo.
Debajo de las hojas calientes el monte es una caja de sonidos aparentemente inexplicables. Por eso la gente lo ha poblado de fantasmas que viven al aire libre, montan en los pájaros, vigilan el brote de la yerba mate o hacen madurar los frutos. Para ser los cuidadores o dueños de todo esto, son a veces enemigos del hombre. La creencia ha puesto un fantasma detrás de cada palito que se rompe, del sonido apagado de las hojas secas, del crujido de las cortezas, del chasquido de la semilla que salta, del vuelo corto de los pájaros, oculto también por tantas ramas. De repente uno mira para todos lados y no ve nada. Pero oye una especie de gran murmullo. Y ese murmullo es poblado de seres fantásticos como el POMBERO, o dueño del Sol; el CURUPÍ, el YASÍ-YARATERÉ o enano rubio, el Yaguareté-Avá u Hombre tigre, la Caá-Yarí o abuela de la yerba, o el Lobizón. Nacieron de la fantasía tanto del indio guaraní como del conquistador español que llegó a estas tierras y tembló ante las cosas que no conocía y no podía explicar. Porque ni los animales ni la vegetación tenían que ver con lo que él conocía en su tierra de origen. Entonces, de asombro en asombro, los españoles también dieron forma a estos fantasmas. Hoy los fantasmas del monte todavía viven con todos sus colores. La gente cree en ellos o no. Pero lo que sí pasa es que l gente grande lo usa para asustar a los chicos que quieren salir a la hora de la siesta o alejarse de su casa. Es muy común oír: “No salgas a la siesta porque viene el dueño del Sol”. O ¿Quédate quieto porque te agarra el Pombero”. Y a veces los chicos de mueren de ganas de conocerlos personalmente y por eso salen. Pero en general, claro, no encuentran nada, salvo ruidos, la emoción de buscar un fantasma, y, más de una vez, un coscorrón por desobedientes. Ése es el Pombero más concreto.

AQUÍ NOS IMAGINAMOS ALGUNOS DE LOS FANTASMAS DEL MONTE, LOS CAZADORES DICEN QUE DICEN QUE LES DIJERON…

1 Nombre: Pombero o dueño del Sol


Señas personales: alto, cubierto con un gran sombrero de paja, lleva una larga caña en la mano derecha. Tiene vellos en la planta de los pies y por eso no se lo oye andar.
Costumbres: anda a la siesta por el monte y los sembrados. Cuida a los pájaros, por eso es enemigo de quienes los matan. Si se hace un trato con él, es un compañero invisible que acompaña a la gente librándola del peligro. Silba como los pájaros y es necesario hacerle pequeñas ofrendas como miel o cigarros.
Advertencia: hay quienes se aprovechan del prestigio del Pombero y fuman gratis más de una vez.

2. Lobizón


Señas personales: hombre solitario, séptimo hijo varón que en determinadas noches se transforma en perro o en lobo.
Costumbre: tiene la manía de asustar a la gente que se le cruza.
Advertencia: muy útil para mantener a la familia en casa.

3. Nombre: Curupí o piel rugosa


Señas personales: enano de piel oscura, cuerpo sin articulaciones. Tiene los pies dirigidos hacia atrás. Por eso no puede nadar ni trepar a los árboles. Acostumbra perseguir a la gente.
Advertencia: cuando este fantasma anda suelto, se puede aprovechar para subir a los árboles y nadar tranquilo, porque por allí no puede ir.

4 Nombre: Caá-Yari o abuela de la yerba Señas personales: mujer hermosa, rubia, vestida con una túnica blanca.


Costumbres: Vive en los yerbales o en el monte. Hace tratos de amor con los peones yerbateros y los ayuda en al recolección de yerba. Cuando va a pesar lo recogido, se sube sobre el atado y hace que éste pese más. El que haya hecho pacto con ella no debe querer a ninguna otra mujer.
Advertencia: para ser novio de la Caá-Yarí hay que tomar mucho mate.

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