sábado, 20 de septiembre de 2008

MANUEL MORA SERRANO


http://pattyblanco.blogspot.com/ mujer redonda


COLOQUIO EN COLOQUIO

Coloquio con Manuel Mora Serrano.
Bruno Rosario Candelier y Rafael García Romero.


sábado 28 de octubre de 1989

BRC. Vamos a hablar sobre la ciguapa. He notado que la imagen de la ciguapa te persigue. Y también veo que te da satisfacción remedar sus hipidos... ¿de dónde vienen las ciguapas?

MMS. Es extraño el caso de la ciguapa. En el campo donde yo pasé mi infancia era un campo llano y en consecuencia, el mito de la ciguapa no estaba vivo. El mito de la ciguapa vive en las montañas. Ella es un ser de montaña. Por eso la alcanzo tarde, a través de la lectura de una novela inédita de Nolasco. Sí, la novela inédita de Nolasco entonces se llamaba "La Colorada". Creo que ahora la reestructuró y tiene otro nombre. Yo no me hubiera preocupado de la ciguapa si Frank Moya Pons, cuando estaba en la Universidad Católica Madre y Maestra, no me hace la propuesta de dar una charla con un tema dominicano. Entonces le dije que lo pensaría y luego empecé a desarrollar mentalmente la posibilidad de escribir sobre la ciguapa. Luego, comencé con Freddy Gatón Arce a investigar sobre la ciguapa. De esa forma anduvimos el país entero. A partir de este hecho, desde 1972, de mis investigaciones y mi constatación del mito en nuestra geografía, mi pasión por la ciguapa se fue convirtiendo casi en una obsesión. Primero porque encontré mucha gente que CREÍA en ella. Gente con fe absoluta en que la ciguapa existía. Si yo no hubiese encontrado a esas personas; y no hubiese constatado que el mito era y es nacional, ya que existe en todas las regiones del país (no hay ninguno de los otros mitos que sean tan recurrente al de las Indias de los Charcos, -que yo siempre he dicho que es el más hermoso de todos los mitos dominicanos, inspirador de Orlando Morel para "La Señora del Agua"; y que aparece en los novelistas haitianos (los escritores haitianos, muy consecuentes con su folklore, con lo que el pueblo haitiano cree, además de ser excelentes escritores, como es el aso de Jacques Romain)...

BRC. ¿Y de dónde te vino esa relación con los clásicos griegos? Porque en Goeíza se aprecia una huella de los clásicos griegos mezclada o ensamblada a nuestra realidad.

MMS. Lamentablemente tuve que recurrir a los clásicos griegos. Lamentablemente porque debí haber escrito una novela más moderna. Pero resulta que yo había concursado en el Siboney el año anterior con otra novela que perdió, y donde parte de los sucesos, que luego se contarían en Goeíza, aparecerían. Utillicé el método de disfrazar esta novela, traté de que pareciera de otro autor, cambié los nombres de los personajes... y además, porque quise escribir una novela dialogada totalmente. Fue una sugerencia que me hizo un amigo que al leer los primeros capítulos me dijo: "Pero tú deberías hacerla toda a través de diálogos". La novela dialogada es una novela muy antigua. Esto es, hay tradiciones de éso. Yo traté de hacerla como si cada personaje fuera un narrador en sí mismo. como no había una tradición que yo tuviera a mi alcance, de un diálogo tan largo, porque generalmente los diálogos son muy breves, recurrí a los que mejor han escrito en el mundo, que son los clásicos griegos, quienes han escrito sobre todo diálogos. La mayoría de sus obras son tragedias, y son dialogadas. Pero me impregné tanto de la forma de los clásicos, de Eurípides, que es mi autor favorito entre los tres grandes clásicos griegos. Además de que, si ustedes recuerdan, hubo una época en el país en que se leía mucha filosofía. Y los diálogos de Platón era una lectura obligada de mi generación. Cuando yo era joven, estábamos obligados a leer a Platón. Y leíamos mucha filosofía, porque los libros de filosofía eran muy baratos. Venían en las ediciones de Torna, Austral, a veinticinco centavos, a cincuenta centavos... Leíamos a Pascal, leíamos, leíamos todo lo que fuera filosofía, sobre todo a Aritóteles y a Platón. Es una cosa muy curiosa que las siguientes generaciones dejaran de leer tanta filosofía. Incluso había un grupo en Santo Domingo que se llamaba "Sociedad Amantes de la Filosofía", orientado por Pablo Casimiro, papá del poeta Tomás Castro, y con él había un muchacho: Sandoval, que murió no hace mucho, y se reunían para estos fines. Nolasco participó en esos encuentros. Recuerdo aquella primera vez que Nolasco me dijo: "Voy a hablar de filosofía hoy", siendo marino, de la Marina de Guerra. Para mí fue una cosa extraordinaria encontrarme con un grupo que estaba hablando de filosofía. ¿Y qué es la filosofía? Yo leía filosofía, pero no sabía que eso era la filosofía. Me imaginaba que la filosofía era otra cosa. Entonces, Antonio Fernández Spencer, quien también aportó mucho, acababa de llegar de España. Franklin Mieses Burgos, hacía reuniones en el Instituto Cultural Hispánica, que entonces estaba en el Edificio Ocaña, en la Luperón con Meriño. Y ahí nos reuníamos. Yo venía del Cibao a las reuniones del Círculo.

Naturalmente, que cuando supe que la filosofía no era más que especular sobre la verdad, sobre la materia y sobre cualquier otra cosa; o sea, que era hacer especulaciones, entonces me encontré que eso era muy fácil. Hacer filosofía era muy fácil para mí. Y todos éramos medio filósofos. Vivíamos discutiendo sobre filosofía, y en una mesa de tragos, en lugar de estar hablando de otras cosas, lo que discutíamos era de filosofía. Sobre todo, las ideas de Aristóteles, las ideas de Platón. Y a eso contribuyó el que existiera esa Sociedad y el que estuviera Antonio Fernández Spencer, quien venía con las ideas de Ortega y Gasset. En ese tiempo, todos éramos orteguistas.

RGR. ¿Qué significó para Manuel Mora Serrano escribir Goeíza? ¿Fue un libro que nació bajo los rigores de un programa de trabajo sistemático? ¿O fue un libro que se fue haciendo espaciadamente?

MMS. Parte de la novela ya aparecía en una novela anterior. Es una larga novela de 150 o 500 páginas. De ahí yo voy a sacar material para otras novelas. Y los personajes tenían nombres comunes, por ejemplo: Marrero. En aquella novela aparecían los nombres que utilicé para llamar a mis ciguapas. Igualmente, representaba a todos los brujos de Samaná.

BRC. ¿Corresponden a nombres reales los de tus personajes, aún los nombres de las ciguapas?

MMS. No. Las ciguapas, que yo sepa, nunca han tenido nombres. Por cierto, a mí me dio mucho trabajo buscarle un nombre a mi ciguapita enamorada. Yo quería un nombre que fuera ardiente, que fuera apasionado... Entonces recurrí a "Aurelia", que me creó un problema con una señora de mi pueblo que se llama Aurelia, pues me dijo: "Yo dizque estoy en una novela tuya". Era una señora que una vez tuvo una pasión muy encendida con Tiberio Castellanos.

En cuanto a lo de la metodología o no metodología de Goeíza, yo reciclé una temática anterior. Estaba llena de folklore. En ella se entremezclaban los brujos de Samaná. Mencionaba a Yota, y a una que todavía aparece en la novela, porque era una de esas brujas poco conocidas: Ramona La Cabellera. Realmente, aquella novela era el producto de toda mi investigación folklórica del país. Lo más interesante es que fueron los invidentes y los caminantes quienes me dieron la clave para la novela.

BRC. ¿De qué manera?

MMS. Nosotros encontrábamos a un ciego, por ejemplo, y yo le preguntaba: "¿Cuánto usted se gana en un día pidiendo limosna?" Y el me decía: "Cinco pesos". Y le decía entonces: "Pues siéntese ahí que yo se los voy a dar". Lo sentábamos en una mesa, a veces bebían tragos, o comían de lo que había; entonces comenzábamos a hacerle preguntas y el ciego a contarnos historias. Un ciego, en Cabrera, me hizo la historia de las Indias de los Charcos que aparece en Goeíza. Y aquéllo de que hay gente que vive 7 años abajo de un palacio, un palacio encantado que hay bajo el agua, me la hizo también ese señor. Los Dun-dunes, que aparecen en la obra folklórica de Mélida Delgado, que le llama Tun-tunes, son una tradición muy antigua de Cabrera, y de las zonas aledañas de Cabrera.

Claro, yo entonces me invento que se trata de un sapito, pero en sí, la tradición del Dun-dun, se trata de un duende TRAVIESO, que hace una serie de cosas extrañas. Casi en todos los pueblos hay tradición de Dun-dun y no necesariamente les llaman así. El Dun-dun es una especie de espíritu que se apodera de una casa y nadie puede vivir ahí tranquilo, la gente termina mudándose de casa.

BRC. Entonces, las Indias de los Charcos no son ciguapas.

MMS. No. Las Indias de los Charcos son un mito completamente diferente al de las ciguapas.

BRC. ¿Cuál es su origen?

MMS. Siempre he dicho que se trata de un remanente del amor de nuestro pueblo por los indios. El dominicano ama a sus antepasados indígenas. A nivel popular, los veneran y los respetan como si fueran santos. Si son hombres, los indios son buenos y curan a las personas. Y sin son mujeres, son bellísimas y muy ricas. Uno de los detalles que se pueden resaltar, es que quien lograr vivir con una india y se pasa los siete años en el palacio que está debajo del agua, puede salir de ahí con dinero, con su mujer y sus hijos para hacer una vida normal. Esa es una de las leyendas. Otra es que los indios salen, que hacen muchos servicios en el campo, a la gente

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