viernes, 19 de septiembre de 2008

JUAN BOSCH, INDIOS

El canto de la ciguapa

Con una voz fina y alegre, tan alegre como el trino del yaúbabayael, cantaba sus areitos Anaó, la taína de Jaguá.

"En tierras de Maguá -decía su canto -vive la ciguapa bella y olorosa, la ciguapa de cabellos negros y brillantes, la ciguapa que camina de nocHe y tiene los pies al revés".

"De noche sale -seguía el areíto-. De noche, cuando los cocuyos iluminan el bosque. Es bajita y se cubre con sus cabellos. Vive en los árboles, el jobo, en el guanábano bienoliente".

La voz fina y alegre de Anaó se oía todo el día. Cantaba si buscaba digo, si guayaba la yuca para hacer el cazabe, si buscaba cipey para alisar el piso del bohío... Siempre cantaba la taína Anaó.

Infinidad de veces se le iluminó el Jubobaba; años tras años el yaúbabayael sintió envidia de Anaó día tras día oyó Guasiba el areito de la ciguapa. Y ya fuerte, cuando iba por los bosques en caza de ciguas o al conuco para buscar el maisí y la yuca, o al río para traer el agua, Guasiba perdía horas ojeando los árboles tras el bulto de la ciguapa que de día dormía y de noche recorría los caminos.

Yocanitex, el viejo bouhiti, juraba haber visto una ciguapa por tierras arijunas.

"Nada -decía- tan blanco como su sonrisa, nada tan oloroso como su cuerpo, nada tan erguido como sus senos".

Y terminaba:

"Yúcahu Bagua Maócoroti, el bueno y grande rey de los dioses, dará en premio una tierra nueva e inmensa al que le dé hijos de una ciguapa".

Guasiba, hombre ya, oía y callaba. Se veía camino de Maguá: soñaba de noche con la ciguapa. Ninguna mujer parecía bella a los ojos de Guasiba.

Por aquellos días, cuando Nonun lloraba sobre la tierra, noche a noche, con lágrimas que traspasaban el bosque y se posaban en la hoja seca, se iba a conversar con las cibas menudas de la playa o con la raíz más crecida del mamey. Tanto anduvo solo, tanto pensó, que pareció cambiado. Muchos amaneceres le encontró Guey, la bien cortada cara entre las manos, los codos en las rodillas, la mirada entre las aguas fugitivas del Jaiguá.

Un día los pies de Guasiva empezaron a pisar otro polvo: hacia acá vino, hacia nuestra hermosa Maguá.

***
Macorix Guasiba: bien que se alegraron tus ojos y bien que se elaboró tu tristeza en estas tierras de Maguá.

Maguá es como una sabana grande hasta lo increíble, adornada con esbeltas canas y claros ríos, adornada con toda clase de árboles; Guey y Nonun se riegan por toda la tierra de Maguá sin tropezar lomas; crecen en ella el apazonte y el digo para perfumar al viajero. Nuestra tierra te dio guayabas, anonas, pitahayas, yabrumas. ¿Y de más cosas que te hubiera dado Maguá, de más nos hubiéramos sentido contentos, Corazón de Piedra!

Tu piel era más oscura que la mía; a pesar de estar como dormidos tus ojos anunciaban más fuerza y decisión: los músculos de tus piernas eran duros como la madera del capax. Ahora lo recuerdo, Guasiba, ahora.

Anoche Nonun estaba limpia y sola en el turey. Anoche se reunieron los hombres y los niños en el batey para que yo les contara tu historia, Macoríx.Guarina, la reina Guarina, con su collar de caona al cuello y la cabeza adornada con flores, vino también a oír tu historia. Ellos quieren que yo los lleve a Guaigüí, que levante la ciba grande que pesa sobre tu cuerpo. Tú debes haberlo oído desde Coaybay, en el país de Soraya.

Toda la tierra que nos dio Guaguayona conoce su historia, de Higüey a Jaragua, de Jubobaba a Bainoa, de Guaniba a Samaná.

En las noches oscuras, si llueve y los pequeños tienen miedo, la madre habla así al hijo:

“En Guaigüí está, bajo una gran piedra, el macoríx Guasiba. Vino de tierras lejanas, a través de todo el Maguá, en busca de la olorosa y bella ciguapa”.

Todo Maguá piensa en ti; todo Maguá te recuerda. Ya no hay río ni bosque que no haya oído de ti.

“La ciguapa camina de noche –cuenta la madre al hijo- y el macoríx bello y tranquilo caminaba de noche tras ella”.

Todo Maguá piensa en ti. Yo he puesto alas de Guaraguao a tu historia, Guasiba.

Oídme ahora: yo cuento así:

Guasiba llegó enfermo, con mucho fuego en la piel y los ojos hinchados, al pie de Guaigüí. Guaigüí está allí cerca, hacia donde Guey duerme todos los días. Allá llegó él, encendido, antes de que los cocuyos alumbraran. Yo puedo señalar el lugar donde él durmió esa noche, pero no me atrevo a ir porque estoy viejo y cansado. Fue sí al tronco de una cuaba, el más hermoso de todos los que coronan el Guaigüí. Del Guaigüí baja cantando el río de igual nombre. Allí, orilla del río, durmió Guasiba. Un amacey echaba hojas sobre las aguas y perfumaba el aire. Gusiba olía el amacey y sentía sueño.

Dos días y dos noches así estuvo, porque el calor del sol no le dio contento, sino cansancio.

Ha pasado ya buen tiempo. El gran Yúcahu Bagua Maócoroti me enseñó a hablar con los graciosos pájaros. Nadie aprendió antes de mí el lenguaje de las higuacas. Una higuaca fue la que me dijo la historia de macoríx Guasiba, la historia de sus dos últimos días.

Oídla: ella contó así:

Los ojos negros de la ciguapa más bella y más arisca de Maguá vieron, la segunda noche, la sombra del indio. Ella sabía tras qué andaba el macorix.

Estuvo largo y largo rato contemplándole. Después bajó del amacey, cariñosa y distinta. Al inclinarse sobre el cuerpo del enfermo un gigantesco cocoyo le iluminó el negro cabello. Apenas se alzó un punto de brillo en los ojos de Guasiba, la ciguapa arisca estaba tierna y admiraba la barbilla atrevida y los músculos duros, más duros que el capax, del macorix. Pero de los labios encendidos de Guasiba sólo una palabra salía: Anaó.

Mucha agua del río había pasado frente a ellos cuando la ciguapa vivió la verdad: frío como la ciba en la noche, frío hasta dar miedo se hizo el cuerpo del enfermo. Se habían cerrado sus ojos y los labios tenían color de maisí tierno.

Todo esto vio la ciguapa; todo esto vio y lloró.

Los guaraguaos comen carne y quizá vinieran en busca de la de Guasiba. Su opía podía, además, quedar vagando por los caminos tras los vivos, para asustarles de noche.

Con sus propias manos, pequeñas, oscuras y ágiles, cavó la ciguapa el hoyo, a orilla del Guaigüí. Guey al levantarse en la mañana, encontró cambiada de sitio la ciba grande, la más grande cerca del arroyo.

Aquel día sintieron las mujeres de Maguá, todas las que viven a lo largo de Guaigüí, después que éste cambia su nombre por Camú, que las aguas con que llenaban los canaris eran saladas. La higuaca me contó que les dieron ese sabor las lágrimas de la más bella y arista ciguapa que viviera en Maguá.

Macorix Guasiba: la tierra negra y voraz, la tierra húmeda y alta de Guaigüí se ha estado comiendo tu cuerpo recio, tus ojos tristes y bravos a la vez. Quizá Anaó tu madre te espera todavía en su bohío.

Yo digo tu historia en el batey, cuando Nonun alumbra.

Bello y silencioso, el amor te dio vida y muerte. Aún así como estoy, cansado y viejo, siento alegría y orgullo si te recuerdo. Estaba muy joven cuando atravesaste mi tierra, casi tan joven como tú. Pero guardo en la memoria tu cuerpo musculoso, tu paso elástico y tu pelo negro.

En el país de Soraya esta Coaybay; descansa en él.

Aquí donde moramos los hombres, tienes un canto eterno: el del río Guaigüí, que murmura tu nombre.

(Fragmento de INDIOS, 1935)
Posted by Picasa

1 comentario:

Ed.- dijo...

Busco cada pequeño rasgo que me haga sentir heredero verdadero de la sangre taína.
Gracias...
Este señor debería ser leído, valorado, apreciado y seguido por los dominicanos de hoy, de ascendencia taína, española y africana. Que pena y rabia me da saber que no valoremos lo grande que tuvimos y tenemos en Juan Bosch.